¿Por qué plantamos nuestros nuevos árboles como plantones y no como semillas?

En ocasiones, los agricultores, optamos por iniciar nuestros cultivos con plantones en lugar de con semillas, unas veces por practicidad y otras por razones específicas de cada cultivo:

Ahorro de tiempo: En cultivos como el tomate, cuyo periodo vegetativo es relativamente corto, el uso de plantones nos permite evitar las lentas y vulnerables etapas de germinación. Las semillas de tomate pueden tardar varias semanas en germinar y alcanzar un tamaño adecuado para el trasplante. Al plantar plántulas, aceleramos el proceso de crecimiento, lo que permite obtener una producción más temprana y cosechar antes. Esto es especialmente importante en regiones con temporadas de cultivo más cortas o cuándo se pretenden obtener varios ciclos de cosecha en un mismo año.

Mayor tasa de éxito: Cuando se trata de olivos, el uso de plantones mejora en gran medida la probabilidad de éxito de la plantación. Las semillas de olivo son conocidas por sus lentas y desiguales tasas de germinación, y requieren unas condiciones específicas que no siempre son fáciles de mantener en el campo. Los plantones, sin embargo, ya han superado estos primeros retos, lo que los hace más robustos y capaces de adaptarse al entorno cuando se trasplantan. Esto aumenta las posibilidades de que el plantón sobreviva y prospere una vez esté ya en el campo.

En el caso de los cítricos, los plantones también ofrecen una clara ventaja. Las semillas de cítricos suelen requerir condiciones muy controladas para germinar, y las plantas jóvenes son muy sensibles a los cambios de temperatura y a la humedad del suelo. Al utilizar plantones, nos aseguramos de que estos jóvenes naranjos ya hayan desarrollado un sólido sistema radicular, lo que los hace menos vulnerables al estrés y más adaptables cuando se plantan en su ubicación definitiva.

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Gestión más sencilla de los cultivos: El uso de plantones garantiza un mayor control y homogeneidad en el crecimiento de los cultivos, lo que facilita mucho la gestión de los calendarios de plantación y recolección. En el caso de los tomates, esto significa una cosecha más organizada y escalonada, reduciendo el riesgo de sobremaduración o deterioro. En cultivos perennes como las olivas y las naranjas, el crecimiento uniforme del árbol garantiza que estos maduren a un ritmo constante, lo que permite unos rendimientos más predecibles y facilita la gestión de los campos a largo plazo.

Sin embargo, algunas plantas se adaptan mejor a la siembra directa. Por ejemplo, cultivos como las zanahorias y los rábanos se desarrollan mejor cuando se cultivan a partir de semillas directamente en el suelo, debido a la sensibilidad de sus raíces pivotantes, que no soportan bien el trasplante. 

Los viveros desempeñan un papel imprescindible en el cultivo de los plantones, sobre todo en el caso de cultivos especializados como el olivo, que requiere condiciones específicas para desarrollar su resistente sistema radicular. También se aseguran de que las tomateras estén bien preparadas para su crecimiento y de que los plantones de cítricos, se fortalezcan para resistir enfermedades y cambios ambientales. Esta cuidadosa atención en las primeras etapas da como resultado plantas robustas y vigorosas que están listas para prosperar cuando se trasplantan al campo o al huerto.

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