Las prácticas agrícolas convencionales a menudo provocan degradación de los suelos y esto supone un desafío para el medio ambiente. Sin embargo, existen diversos enfoques innovadores, como la implementación de coberturas vegetales, que ofrecen soluciones prometedoras para mejorar la calidad del suelo y promover la sostenibilidad en la agricultura.
Por lo tanto, las coberturas vegetales son una herramienta clave y aportan numerosos beneficios medioambientales. El objetivo principal es aportar nutrientes esenciales al suelo y facilitar la infiltración del agua, lo que ayuda a crear un entorno favorable para el crecimiento de las plantas. Esto se consigue mediante el cultivo de plantas específicas que poseen características propicias para la mejora del suelo. Por ejemplo, la inclusión de leguminosas ayuda a fijar el nitrógeno de la atmósfera en el suelo, enriqueciéndose con este nutriente vital. Además, el crecimiento de cereales ayuda a romper el suelo compactado, mejorando la infiltración del agua y la absorción de nutrientes de los cultivos.
Las coberturas vegetales de Campillo de Julia se recolectan para servir de alimento y heno para nuestros animales, como las ovejas. Por otro lado, en Verger de Alicia, se cortan y dejan en el suelo para que vuelva a crecer de forma natural, enriqueciendo el suelo y aportando otros beneficios ecológicos. De hecho, las coberturas también desempeñan un papel crucial en el fomento de ecosistemas diversos y equilibrados, beneficiando las interacciones entre plantas e insectos.
De esta manera se convierten en hábitats y fuentes de alimento para insectos beneficiosos que contribuyen a la salud y al equilibrio del ecosistema. Los polinizadores, como abejas, mariposas y otros insectos, dependen de las flores de los cultivos de cobertura para alimentarse de néctar y polen. Por lo tanto su presencia sirve al éxito de la polinización de cultivos, lo que a su vez, aumenta el rendimiento y mejora de la calidad de las cosechas.
Los insectos predadores, como mariquitas y crisopas, proliferan en entornos cubiertos de vegetación. Estos enemigos naturales ayudan a controlar poblaciones de plagas al alimentarse de insectos dañinos, reduciendo la necesidad de uso de pesticidas químicos. Al fomentar una comunidad de insectos diversa, las cubiertas vegetales mejoran la gestión natural de plagas y promueven la sostenibilidad ecológica de la agricultura.
Sin embargo, además de atraer a insectos beneficiosos, las coberturas vegetales también pueden proporcionar refugio y recursos a determinadas plagas. Por este motivo es esencial gestionar con cuidado el sistema de coberturas vegetales para mitigar los posibles riesgos relacionados con plagas. Por ejemplo, combinar esta practica con prácticas naturales de gestión de plagas, como la asociación de cultivos, puede ayudar a minimizar las poblaciones de plagas al mismo tiempo que preserva sus beneficios.
Podemos decir entonces, que las coberturas vegetales contribuyen a la biodiversidad general al proporcionar una variedad de hábitats y servir como fuente de alimento y refugio para distintas especies de insectos. La presencia de esta diversidad de insectos en los ecosistemas de cultivos con cobertura favorece la resiliencia ecológica, haciéndolo más resistente a los brotes de plagas y a las variaciones medioambientales. El aumento de la biodiversidad también mejora los servicios ecosistémicos, como el ciclo de nutrientes y la salud del suelo, que contribuyen, aún más, a la sostenibilidad agrícola.