A pesar del panorama actual pienso que vienen buenos tiempos para los agricultores. Y no porque crea que vayan a subir los precios de los productos en el campo. Tampoco porque crea que la climatología vaya a ser favorable y tengamos abundancia de cosechas. Ni sé ni me interesa predecir el futuro.
El viento sopla a favor para que los agricultores puedan salir a defender su producto. Es buen momento para hacer las cosas bien hechas y con conciencia medioambiental. Baso mi opinión en nuestra propia experiencia y en la cantidad creciente de personas que día a día nos preguntan todo lo preguntable sobre nuestros productos, la manera de cultivarlos y qué hacemos para cuidar el entorno natural y social. Recibimos preguntas que van desde cómo controlamos una plaga sin el uso de pesticidas, los materiales que utilizamos en nuestros embalajes o incluso qué pasará con nuestras naranjas después del Brexit. A esto último respondemos con seguridad que nuestros árboles seguirán produciendo naranjas y que buscaremos la forma de enviársela a los ingleses digan lo que digan desde Bruselas.
Noto en mi entorno que las personas se preocupan cada vez más por lo que comen y eso es buena señal. Noto que buscan información sobre el origen de los productos y eso me da subidón. Noto que se preguntan sobre lo que está ahora de temporada. Noto que se preocupan por las condiciones climatológicas y por cómo las lluvias, el viento o el frío afectan a las cosechas. Noto que valoran los productos por cómo han sido cultivados y no tanto por su tamaño o por su aspecto exterior. Noto que incluso algunos se preocupan por los salarios de los recolectores y sus condiciones laborales. Noto que se interesan sobre el tiempo que pasa y los kilómetros que recorren los productos desde que son cosechados hasta que llegan a sus hogares. Noto que prefieren aceptar una pequeña merma que pueda ocurrir durante el transporte antes de que les enviemos el producto envuelto en plástico.
Noto que la trazabilidad y comprar directamente al agricultor está de moda. El problema es que los agricultores nos solemos enterar tarde de qué va la movida. No tenemos programas analizando tendencias ni hábitos de compra de los consumidores. Estamos tan preocupados por la climatología o las plagas que no nos paramos a pensar sobre cómo y a quién vender nuestra cosecha.
Es momento de que esto cambie porque el consumidor te está buscando, agricultor. Y no puedes dejar pasar este tren. Así que ponte a tiro. No te dejes llevar por el pesimismo generalizado de tu entorno rural. Es hora de cambiar tu forma de cultivar pensando en ese consumidor que valora que hagas las cosas bien, de forma consciente y consecuente con el medio ambiente. Organízate y empéñate en que tu producto se venda con tu nombre. Que la gente que lo consuma sepa que lo has cultivado tú. Que entienda tus dificultades y que valore tu esfuerzo.
Gonzalo Úrculo